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Foto del escritorIng. Ornella Corallo

El agujero en la capa de ozono, ¿debería seguir preocupándonos?

En el siglo pasado e inicios del actual, el agujero de la capa de ozono fue el centro de las preocupaciones ambientales ¿Cuál es la situación actual?


Entre las décadas de 1970 y 1980, creció la preocupación mundial por la expansión del agujero en la capa de ozono. Como respuesta, se firmó el Protocolo de Montreal en 1987, un acuerdo histórico respaldado por 196 países para eliminar gradualmente los productos químicos dañinos para el ozono, con el objetivo de frenar su deterioro.


En menos de una década, la capa de ozono comenzó a debilitarse rápidamente debido al aumento de hidrocarburos halogenados producidos por el hombre, principalmente clorofluorocarbonos (CFC), hidroclorofluorocarbonos (HCFC), halones, tetracloruro de carbono y bromuro de metilo. Estas sustancias, conocidas como Sustancias que Agotan la capa de Ozono (SAO), se encontraban principalmente en productos como aerosoles, refrigerantes y pinturas. Su presencia en la atmósfera alteró el equilibrio natural, destruyendo más ozono del que se formaba, lo que resultó en una reducción significativa de la concentración del mismo en la estratosfera, particularmente sobre la Antártida.


Ante esta situación, se estableció un mecanismo de cooperación internacional a través del Convenio de Viena, el cual más tarde dio origen al Protocolo de Montreal, un acuerdo progresivo para reducir y eliminar las SAO en una serie de fases. El objetivo principal de estas acciones era proteger la capa de ozono, que funciona como un filtro natural de los rayos UV, especialmente del tipo UVB, cuyo aumento en la superficie terrestre podría incrementar los casos de cáncer de piel y cataratas oculares, debilitar el sistema inmunológico, y causar impactos negativos en la agricultura y en los ecosistemas terrestres y marinos.


Como resultado de esta cooperación, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos estimó en 2020 que la implementación completa del Protocolo de Montreal podría prevenir, solo en los Estados Unidos, alrededor de 443 millones de casos de cáncer de piel, evitar 2,3 millones de muertes por esta enfermedad, y reducir en 63 millones los casos de cataratas en personas nacidas entre 1890 y 2100.


Datos sobre la capa de ozono


La cantidad de ozono en la atmósfera se mide en Unidades Dobson (DU), con niveles que oscilan entre 200 y 500 DU en todo el planeta, arrojando un promedio global de 300 DU. Sin embargo, durante los años 1990 y 2000, se registraron mínimos de hasta 110 DU sobre la Antártida, lo que representa una disminución de más del 60% en esa región. Asimismo, según las mediciones satelitales y terrestres desde 1980, se ha observado una reducción media de hasta el 6% por década en las latitudes medias y polares.


Este deterioro no es uniforme a lo largo del año, siendo mayor en invierno debido a diversos factores como, por ejemplo, la formación de cristales de hielo en los polos, que aceleran la destrucción del ozono. La relevancia de esta pérdida radica en que una disminución del 1% en esta capa aumenta entre un 1% y 2% la radiación ultravioleta B que alcanza la superficie terrestre, lo que eleva el riesgo de los problemas de salud mencionados anteriormente.


Actualmente se espera que el famoso agujero de ozono de la Antártida se “cierre” en la década de 2060, es decir, que vuelva a su espesor a los valores previos a la década de 1980. Gracias al Protocolo de Montreal y la gran difusión de este problema, hubo un impacto muy grande en la comunidad internacional, logrando que a la fecha se haya eliminado un 99 por ciento de las SAO. Esto de alguna forma manifestó la importancia de la acción conjunta internacional para enfrentar las crisis ambientales globales, representando un ejemplo exitoso de acción climática global.


Vínculo con el cambio climático 


Esta experiencia también ha demostrado sensibilidad del equilibrio de nuestro planeta ante las actividades humanas, una dinámica que se refleja de manera similar en el cambio climático. Tanto la reducción del grosor de la capa de ozono como el calentamiento global están influenciados por la presencia de compuestos químicos en la atmósfera. Los clorofluorocarbonos (CFC) son ejemplos de sustancias que, además de ser responsables de la disminución de la capa de ozono, actúan como potentes gases de efecto invernadero. Esto implica a su vez que, al promover la reducción de estas Sustancias Agotadoras del Ozono, también se contribuye a mitigar el calentamiento global.


Combatir el cambio climático también favorece a la recuperación de la capa de ozono. Las variaciones en la temperatura de la atmósfera afectan tanto la formación como la destrucción del ozono. Por ejemplo, el calentamiento de la troposfera y el enfriamiento de la estratosfera pueden alterar los procesos que afectan la concentración de ozono. 


Por ello, es fundamental que, a pesar de que el agujero de la capa de ozono pueda parecer un tema de discusión menos relevante en los próximos años, no se desatienda su situación, como así también profundizar en la acción climática global mediante la cooperación internacional. En este marco resulta sustancial mantener el tema ambiental en la agenda y abordar la crisis global de manera integral al tomar decisiones tanto locales como globales.


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