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Foto del escritorGonzalo Muñoz

Darle la vuelta al tango

Vivimos tensiones geopolíticas que parecen del pasado; de los peores momentos de la historia de la humanidad. Como si no hubiéramos aprendido nada. Y para colmo proliferan los gobiernos populistas, los berrinches en 140 caracteres, gritos a la platea, agresiones sin consecuencias, el morbo de la portada, el desprecio a la ciencia y al bien común. El individualismo y la admiración a la ganancia rápida siguen comandando el ideario colectivo. Un colectivo que sigue percibiendo que el mundo es injusto y que más vale salvarse solo. 


El mundo del tango se ha agravado. Somos más de 8 mil millones de personas habitando un planeta finito y frágil. Aunque a algunos políticos les cueste entender y aceptar, el daño ambiental es acumulativo (igual que el cáncer a la piel). No se trata de izquierdas o derechas. 8 mil millones de personas dependemos de servicios que la naturaleza nos ha entregado desde el inicio de los tiempos. Sin aire y sin agua no hay alimentos ni cobijo. Sin alimentos ni cobijo hay muerte y caos. 


Llegó la hora de espabilarse. La idea de estabilidad geopolítica es una mera ilusión. El imperio estadounidense parece estar colapsando política, moral y también económicamente. Apuestan por el proteccionismo, las armas al pueblo, un sistema de salud de pánico, la perforación del petróleo del cual el resto del mundo huye, educación medieval y le ponen fichas al planeta Marte. Mientras tanto China avanza globalmente sin que nadie pueda detenerlo, especialmente en África y Latinoamérica, donde se necesita ayuda urgente. El gigante asiático, junto con Europa y probablemente India en breve, intentarán liderar la necesaria e imparable descarbonización de la economía global. 


En tiempos en que el mundo político no da la talla, el sector empresarial debería aprovechar de esculpir el mundo que nos permite seguir soñando en seguridad, educación, salud, vivienda, pensiones, internet y buen vivir. Para todo ello necesitamos agua y alimentos. Y para tener alimentos se necesita un clima medianamente estable y libre de contaminación. Lo sabemos bien quienes hemos practicado la agricultura proyectando los negocios en torno a rangos de temperaturas, vientos y precipitaciones. Contamos con la existencia de polinizadores y esperamos que cada uno de estos factores se haga presente en el momento en que se requieren.


Un clima impredecible impide que las personas reciban su jubilación, las empresas tengan sus suministros, las acciones bursátiles reporten dividendos, y los sistemas de salud eviten la saturación. El sistema agroalimentario global está irrumpiendo con fuerzas en las diversas conferencias globales. Debemos detener urgentemente la destrucción de la naturaleza para producir alimentos. No podemos seguir deforestando y sobre pescando. Tenemos que descarbonizar la energía que usamos para la maquinaria y los procesos agroindustriales. Debemos revertir la inmoral pérdida de un tercio de los alimentos, generando emisiones de metano que son aún peores que el dióxido de carbono. Debemos recuperar tierras degradadas y los ciclos hídricos a una velocidad nunca antes vista. Y todo ello, generando ganancias para las personas y organizaciones corajudas, dispuestas a ser quienes reescriban el tango. 


De estas ideas y propuestas ya hay miles. Infórmese, ármese de fuerza y póngase manos a la obra. No hay tiempo que perder. 


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